Teresa escribe que ya no necesita escribir para desahogarse, ahora tiene a Alguien con quien hablar: Dios. Teresa está en paz con Dios, no está sola, no tiene miedo encontrarse con el Señor. Pero hay algo que le preocupa: el examen final. Este examen es sobre el amor. Es el examen más importante de la vida, quiere tenerlo preparado y, para eso, el Señor tiene que encontrarla amando. ¿Aprobará?

Teresa descubre a su madre llorando en el salón. Teresa no puede más. Está cansada y, además, ve a su madre llorar por ella... ¿Cómo podrá afrontar esta situación? Solo Él las podrá sostener. Sufrir y estar alegre no son contrarios: es posible gracias a Él. La virtud heroica es dar un poquito más.

La amiga de Teresa la visita y le comunica una noticia inesperada: tiene vocación religiosa. ¿Cómo se lo toma Teresa? A Teresa esta noticia le hará surgir un nuevo punto de mira que antes no tenía.

Tenía que llegar este momento. Teresa cae. Se siente muy arrepentida y sabe que ha hecho mal. Y todo por querer ser, aunque solo fuera por un segundo, la que era antes... Lo ha conseguido, pero ¿a qué precio? Sin embargo, Teresa descubre que la misericordia de Dios siempre está ahí para que acudas a Él, te confieses y te levantes.

Teresa vuelve a clase después de unas semanas y descubre que «sus amigos» no le tratan igual, es más, la desprecian. A Teresa ya no le van las mismas cosas y sus amigos lo saben. Una chica de clase, con la que ella se había metido mucho, comienza a hablarle. En esas conversaciones descubrió que esta joven era de verdad cristiana, que practicaba su fe, y que se interesaba verdaderamente por ella.

En los apuntes de «Más que un diario» que Lucía lee en este programa descubre que Teresa ha comenzado a ver a Dios en la creación. Además, comienza a hacer oración y a rezar el Rosario.

Teresa nota cada vez más la evolución de la enfermedad y se plantea la vida de otra manera. Frente a la visita de sus amigas se da cuenta de que ya no tienen temas de conversación en común, sus prioridades han cambiado. ¿Y Lucía? ¿Cómo es su relación con sus amigos? ¿Cómo deben ser los amigos de verdad?

¿Por qué no puedo confesarme directamente con Dios? A Teresa su conciencia no la deja en paz... No puede más... Finalmente decide confesarse, pero ¿cómo afectará esto a Lucía?

Teresa escribe sobre la Primera Comunión de su hermana pequeña y confiesa que sintió una cierta envidia al ver comulgar a su hermana. Teresa le sigue dando vueltas a lo de la confesión, pero le da vergüenza. Su conciencia le reprocha que ni siquiera hace para cumplir con lo mínimo...