Compartiendo a Jesucristo: Somos templo de Dios
«Mi casa, tu alma, es casa de oración».
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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