La esclavitud infantil

Por increíble que parezca, la esclavitud sigue existiendo en el siglo XXI. Los gobiernos y medios de comunicación social lo saben y, sin embargo, miran hacia otro lado. Ni lo denunciaron en el pasado, ni lo denuncian en la actualidad.
Durante veinte años ha existido un comercio de esclavos muy amplio, no sólo en Sudán, sino también en Arabia Saudita, en Libia, en Chad, países cercanos a Sudán, con un comercio muy floreciente, donde muchos sudaneses son vendidos.
Esto se sabía, pero se miraba hacia otro lado. Las cosas han mejorado un poco, pero siguen existiendo esclavos y hay que liberarlos.


En Jartum, los religiosos Trinitarios y Mercedarios han construido una casa conjunta donde viven 166 niños liberados de la esclavitud, muchos de ellos perdieron a su padre en la guerra y su madre fue vendida en un lugar diferente. Son acogidos para que por lo menos puedan labrarse un futuro.
El comercio de esclavos se centra especialmente en los niños, porque son los más débiles y manipulables. Se puede educar fácilmente a un niño, haciendo que crea que ha nacido para ser esclavo.
Los niños son vendidos por 300€ para trabajar en los campos de los señores árabes o cuidar sus ganados. Las niñas se venden por 250€ para los harenes, y las mujeres por 200€, para el servicio de la casa de los hombres.
Los frailes Trinitarios y Mercedarios trabajan incansablemente buscando a los esclavos. Allí donde la esclavitud está prohibida por la ley, denuncian los casos. Mientras que en los lugares donde no está prohibido, los compran para llevarles a sus lugares de origen. Saben lo que una vida en estas condiciones supone para un niño que, en muchos casos, quedará marcado para siempre.
Las vidas de estos niños son tremendamente duras, viven extremas privaciones y reciben crueles tratos de sus dueños: abusos sexuales, maltrato físico, escasa comida, dormir en el suelo, ninguna posibilidad de estudiar... Las palizas, por lo que ellos consideran desobediencia, son frecuentes. Se les niega su identidad cultural: se les prohíbe hablar otra lengua que no sea el árabe, se les asignan nuevos nombres, no pueden seguir una religión distinta a la de sus dueños, se les niega totalmente su herencia cultural...
Mientras no se prohíba la esclavitud seguirá habiendo personas que se aprovechen de este negocio a costa de destruir vidas humanas por unas pocas monedas. No podemos apartar la mirada y continuar como si no pasara nada.

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