En esta meditación, Abelardo de Armas hace una comparación entre la Navidad y la Eucaristía. Dice que Navidad es un misterio del amor de un Dios que se nos entrega hecho Niño y la Eucaristía prolonga este misterio de fe y Dios se nos da hecho pan. En Belén estaba en un pesebre sucio, en la Eucaristía la suciedad es nuestro corazón manchado y endurecido, aunque arrepentido y hambriento de su paz.