Abelardo de Armas, en «Adviento con María», nos dice con palabras de S. Bernardo que «en la tierra abundaba la pobreza, pero se desconocía su valor». Por eso Dios se nos hace visible en la pobreza de un niño nacido pobre y en pobre lugar. Es en estas ocasiones de sufrimiento, humillaciones, olvidos, soledades, incomprensiones, cuando he de parecerme a Jesús.