Contemplad a María: Y la dejó el ángel
En esta meditación Abelardo de Armas explica que contemplando a la Virgen, Ella nos virginiza, nos purifica, nos llena de fortaleza, nos desprende de lo terreno y nos arrastra hacia lo celestial. Nos hace comprender que estamos aquí de tránsito, y nos llena de paz, de serenidad, de consuelo.