Amparo Medina: La influencia de la ONU 1/7

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Capítulo 1º  de “Entre Profesionales: La influencia de la ONU

Amparo Medina - experta en pastoral familiar y exfuncionaria de la ONU- irá desvelando a lo largo de los siete capítulos de este bloque de “Entre Profesionales”, que trata el tema “Leyes que rigen el mundo”, la manipulación de la que somos objeto por parte de importantes organismos, cuyo verdadero rostro desconocemos realmente.

El primer programa de esta bloque lleva por título “La influencia de la ONU”. En él obtendremos interesantes respuestas a preguntas muy concretas sobre lo que de verdad es la ONU, sus objetivos y la moralidad de sus proyectos: ¿Qué es la ONU? ¿Cuándo y por qué surgió? ¿Qué proyectos está desarrollando en la sociedad? ¿Es la ONU una organización que respeta la moral cristiana? ¿A quién ayuda realmente la ONU?

La ONU y sus políticas no tienen secretos para Amparo Medina, que durante años apoyó la agenda y lideró las campañas de la poderosa organización para introducir sus proyectos a favor del aborto y de la ideología de género en Ecuador y en todo Latinoamérica. 

Queridos amigos de HM Televisión, ¡qué gusto poder encontrarnos a nivel mundial en este canal que nos va a ayudar muchísimo a poder crecer en nuestra fe, en nuestros principios, en nuestros valores cristianos!

Empezamos una serie de programas, son siete programas, en los cuales vamos a ir conociendo un poquito sobre la cultura de la vida, sobre los ataques a la cultura de la vida que ha habido últimamente. Y vamos a tratar de estar entre el anuncio y la denuncia. Anunciando el Evangelio de la Vida, y también denunciando todo lo que son estas políticas de muerte, como las llamó San Juan Pablo II, la “Cultura de la Muerte”.

Una de las primeras preguntas que nos debemos hacer es: ¿quién está detrás de todo este tipo de políticas, de este tipo de leyes, de este tipo de acciones que están difundiendo el aborto, difundiendo la homosexualidad, difundiendo la dictadura de género, difundiendo la adopción por parte de parejas monoparentales?... Lamentablemente, detrás de todo esto están las Naciones Unidas. Y ustedes dirán: “Pero, ¿por qué? Si es una organización que nació con un objetivo social, con un objetivo de proteger a los pobres, con un objetivo que proteger la paz”. Recuerden todos que, en 1942, cuando estábamos en plena Segunda Guerra Mundial, empiezan ya a cerrarse los ciclos de este genocidio y de esta Segunda Guerra Mundial, hay 46 países que se reúnen y firman un acuerdo, una Declaración Universal de Derechos Humanos, Declaración de Derechos Humanos, que valga la aclaración, no ha sido cambiada, no ha sido reformada. Por lo tanto, todos aquellos que hablan de “nuevos derechos”, o “derechos progresivos”, o “derechos actuales”… están mintiendo. En ningún momento estos 46 países se han reunido y bajo común acuerdo han dicho: “Vamos a cambiar la Declaración Universal de Derechos Humanos y, a partir de ese momento, hay otros derechos, hay unos nuevos derechos, van a empezar a generarse procesos progresivos de derechos”. No existen tal cosa. El derecho a la vida sigue tal cual, intacto, como estaba en la Declaración Universal Derechos Humanos. Porque si yo no tengo derecho a la vida, entonces, ¿a qué tengo derecho? Si a mí me matan en este momento, de qué me sirve tener derecho a la educación, de qué me sirve tener derecho a la salud, de qué me sirve tener derecho al trabajo, si ya estoy muerta. Y entonces, eso es lo que pasa con el derecho a la vida, en el momento en que está siendo atacado, si yo declaro una ley dándole permiso a una madre para que mate a su hijo, entonces se acabó el derecho a la vida. Y atentar contra el derecho a la vida es atentar contra un Derecho Universal que está reconocido desde el año 1942. Ahora, el momento en que este acuerdo se firma, las Naciones Unidas -conjuntamente con estos países- establece que cada país va a entregarle una cuota anual a Naciones Unidas con el objetivo de desarrollar proyectos sociales, proyectos a favor de la paz, proyectos para la mejora de la calidad de la vida de las personas, proyectos de participación ciudadana, de mejoramiento de procesos democráticos...

Una vez que se dan estos acuerdos, empieza a ver una serie de conflictos, empieza a pelear Perú con Ecuador, se empieza pelear Chile con Bolivia. En América Latina, que son los casos más cercanos, y entonces estos países exigen que las Naciones Unidas actúen en función de sus intereses. Pero como no han actuado en función de lo que esos países creían, estos estados deciden no darle la cuota correspondiente a las Naciones Unidas. Entonces las alcabalas de las Naciones Unidas empiezan a mermarse, empiezan a tener menos ingresos. Pero los proyectos están ahí, las necesidades están ahí. Necesitan impulsar todo lo que ya han venido trabajando, necesitan inyectar dinero para seguir trabajando, mejorando lo que es educación, salud, dando dinero para puentes, para electricidad, para servicios básicos de comunidades totalmente pobres… Y es ahí donde empieza a generarse una serie de benefactores. Entre los benefactores que más han impulsado este tipo de proyectos están las farmacéuticas.

Entonces las farmacéuticas le dicen a las Naciones Unidas: “¿Saben? No se preocupen. Ustedes sigan trabajando, nosotros les vamos ayudar. Ustedes sigan haciendo puentes, sigan difundiendo libros, sigan trabajando proyectos de salud, de educación… Nosotros le vamos a seguir dando dinero. Solo un pequeño detalle: en todos sus proyectos van a poner un eje transversal, ese eje transversal que se va a llamar «derecho a la salud sexual reproductiva y género»”. En principio no se llamaba así, se llamaba “anticoncepción, aborto y derecho a la homosexualidad”. Pero como a todo el mundo le preocupaban esos términos, nadie quería el derecho a matar un hijo, nadie quería el derecho a vivir hombres con hombres o mujeres con mujeres, o tener relaciones con animales, o tener relaciones de adultos con niños, porque a la gente le parecía terrible como sociedad. Entonces ellos tratan de generar un cambio cultural a través del uso de términos muy bonitos.

¿Quién no quiere derechos? Todos queremos derechos. Entonces, vamos a llamarles los «derechos de salud sexual reproductiva». ¿Quién quiere derecho a decidir? Todos queremos derecho a decidir. No queremos que nadie nos imponga absolutamente nada. Entonces, ya no le vamos a llamar aborto, ahora le vamos a llamar «derecho a decidir». ¿Quién quiere vivir su vida como le da la gana? ¿Quién, al que le apetece vivir entre casados, solteros, viudos, con animales, con adultos, con niños y todo…? Hay gente que quiere dar rienda suelta a su placer. Entonces, muchas de esas personas que querían dar rienda suelta a su placer y no ir a la cárcel, no ser enjuiciados, no tener penas por atentar por ejemplo contra la vida de una niña, dijeron: “Miren, vamos a hacer algo. Vamos a llamarle a eso «perspectiva de género». Derecho a los LGBTY”.

Entonces, empieza una serie de números muy bonitos que hablan de derechos, de participación, de ciudadanos, de decisión, de salud... Y con todo ese maremágnum de conceptos falsos, de mentiras, se empiezan a generar unos fondos que me permiten llevar tener un aborto, anticoncepción a niños, una forma de vida sexual que sea netamente basada en el placer por el placer. ¿A cambio de que? A cambio de que a mí me permitan transformar las leyes, y yo les doy el dinero. ¿Por qué? Porque yo sé que si vendo anticonceptivos, yo sé que si vendo aborto, yo sé que si vendo cambios de sexo, yo sé que si vendo hormonas para tener a los hombres como mujeres y a las mujeres como hombres a través de todo este tipo de implantes, de hormanizaciones que tienen, entonces yo sé quién van a ganar: voy a ganar yo como farmacéutica que soy. A mí, como farmacéutica, poco o nada me interesan los objetivos de los proyectos sociales que ustedes tengan. Lo que me interesa a mí es que me permitan llevar mi industria, mis productos, a sus países. Y venderlos de una manera “legal”, entre comillas, pero que además ni se enteren de los daños que van a tener. A cambio de eso, yo les voy a seguir generando una serie de cuentas con las cuales ustedes van a poder implementar los proyectos.

En definitiva, ¿de qué se trata? Yo le voy a dar a Ecuador 300.000 dólares para que mejore su sistema de salud. Pero, a la vez que le digo que va a poder pintar los hospitales, va poder cambiar las camas, va a poder pagar mejor a sus médicos, va a tener mejores equipos… simplemente le voy a pedir que, dentro de los consultorios que haga con el dinero que le voy a dar, en todos los centros de salud, en todos los hospitales, van a tener un ala destinada estrictamente a difundir los «derechos de salud sexual reproductiva» de los adolescentes. Yo capacito a los médicos, para que los médicos sepan qué químicos entregarles a los chicos, qué anticonceptivos entregarles.  Pero, además, me hago una ley en donde les digo a los padres de familia y a los médicos que no tienen porque enterarse de lo que los hijos usan. Y les quito el derecho a los padres de familia de que sepan los productos químicos que sus hijos están usando. Y peor aun, las consecuencias de esos fármacos. Y a eso le llaman un “proyecto de respeto exigido del paciente”.  Entonces, como ya no puede saber nada, les entregan a nuestros hijos los anticonceptivos de manera totalmente bajo secreto, y nadie se va enterar. Y cuando ya su hijo tenga una enfermedad de transmisión sexual, cuando su hija se haya quedado embarazada, cuando su hija tenga algún problema por el aborto que hizo, nadie se va a enterar más que cuando el problema esté. Y allí sí, en ese momento usted va a tener que acudir a las farmacéuticas. Porque las farmacéuticas son las únicas que van a poder vender los químicos para sanarle de la enfermedad de transmisión sexual, los medicamentos para sanar los daños físicos que le causó el aborto o los cambios hormonales que su hijo se estaba tomando.

En definitiva, ¿quién gana con todo esto? Las farmacéuticas, porque es un negocio que a un niño de diez años, yo como farmacéutica le enseñó qué productos usar, cómo puede ir su secuencia de uso. Además le digo que no le va pasar nada, porque es ciento por ciento seguro. Además le digo que es su derecho. Entonces, cuando tenga esta persona 50 o 60 años, me he asegurado un cliente a tiempo completo por 40 o 50 años. Ese es el punto. Aquí lo que hay es un negocio de muerte. Detrás de todo esto hay un: “Usted me ayuda a distribuir mis productos. Yo los distribuyó legalmente en su país, y a cambio de eso, usted lo que recibe son fondos para poder aplicar a los proyectos”.

¿Cómo se da esto? Pues miren, el lavado de dinero de las farmacéuticas es tan sencillo que las farmacéuticas destinan un dinero para ser entregado para estos proyectos sociales, para vender sus productos. Pero como no pueden venderlo directamente a las Naciones Unidas, porque sería muy escandaloso que las mismas Naciones Unidas que distribuyen los anticonceptivos sea la beneficiaria de estas ONGs, de estas farmacéuticas que venden y producen estos proyectos, entonces ¿qué es lo que hacen? La farmacéutica le dona generosamente una cantidad de dinero a una ONG que está trabajando años en el mercado del aborto y la anticoncepción. Que son la Planned Parenthood, la IPPF, Good Mission Institute. Estos institutos, estas organizaciones, reciben de las farmacéuticas esta donación. Una vez que han recibido la donación destinada para difundir el aborto, la anticoncepción y la ideología de género, yo hago un convenio con una organización estatal como USAID, como el Fondo de Población de Naciones Unidas, para que le pongan nombre de proyecto social a estos fondos.  Le entrego a USAID una cantidad de dinero que a mí me viene de las farmacéuticas, para que ellos lo transformen en proyecto social.

¿Qué es lo que dicen? Vamos a trabajar el dinero para proyectos en favor de las mujeres, proyectos para reducir la violencia contra las mujeres, proyectos para jóvenes en el tema de salud sexual reproductiva, perspectiva de género, prevención de enfermedades de transmisión sexual, la prevención de contagio de VIH Sida. Todos esos nombres suenan muy bonitos, pero si usted revisa todos estos nombres, como prevención de embarazo adolescente, son problemas reales, situaciones difíciles de enfrentar. Pero todos estos nombres de proyectos sociales muy bonitos se reducen a dos cosas: entrega de anticoncepción y entrega de abortos químicos o de leyes a favor del aborto. Si ustedes revisan no hay nada más. Cómo usar anticonceptivos, qué anticonceptivos usar, y cómo distribuirlos. Y el acompañamiento para hacerlo.

Una vez que yo le he enseñado al público mi producto, le he dicho cómo usarlo, además le he dicho dónde lo puede conseguir, además se le dice a la gente: “es gratis, los preservativos se lo entregan gratis a los jóvenes”. Mentira. Los preservativos fueron comprados por parte de los ministerios a estas mismas organizaciones, y la distribuidora más grande de anticonceptivos en América Latina se llama Fondo de Población de las Naciones Unidas. Lo dice su mismo informe de 2013, es la primera empresa distribuidora de anticoncepción en todo el continente. Entonces, ¿qué es lo que hacen ellos? Cogen los productos, nos lo venden a nosotros como país, y ellos lo distribuyen a nuestros hijos con sus impuestos. Con mis impuestos se compran esos productos, al igual que el aborto aquí en España. El aborto aquí en España está pagado por sus impuestos y por mis impuestos, porque somos nosotros con nuestros impuestos los que pagamos al médico, los que pagamos los químicos, los que pagamos los equipos para hacer abortos. No es verdad que son gratuitos. Nos cuesta absolutamente a todos. Y nuestras manos están manchadas de sangre porque estamos con nuestros impuestos permitiendo que estos equipos, que todo este tipo de químicos lleguen a nuestros hijos. Y una vez que se hace el convenio, ellos lo reciben y lo distribuyen como políticas en nuestros ministerios. Se cambian las leyes, se ponen, se invita a políticos para que vayan a los encuentros de las Naciones Unidas, se les paga dietas de 2000 dólares diarios en hoteles de lujo. Y en el momento que van allí tres, cuatro o cinco días, se les hace toda una capacitación de qué decir, cómo decir, qué hacer. Se les entrega una carpeta con todo el marco de cómo tienen que hacer para que luego ellos vayan a su país y, en función de sus leyes, transformen las leyes a favor de la vida, en leyes a favor del aborto. Leyes en favor del derecho de los jóvenes, en leyes que favorezcan la anticoncepción. Leyes en favor de la democracia, en leyes que inclusive haga pelear a hombres y mujeres, en donde se pone al hombre -porque aquí los que más han perdido han sido los varones- se pone al hombre como al monstruo al que hay que atacar, al que hay que destruir, y que la mujer quede como la víctima permanente de este varón, al punto que nos han hecho ver al varón y a la mujer como dos enemigos irreconciliables. Cuando todos los seres humanos estamos de un papá y una mamá. Las mujeres y los hombres tenemos que ser complementarios, no enemigos.

Entonces, con este marco legal, una vez que llega al país, se transforman las leyes, se transforma el ministerio de salud, se transforma el ministerio educación, empieza este cambio cultural, este cambio legal en nuestros países. Y a raíz de eso, ha empezado a ingresar la cultura de la muerte con unos nombres bonitos, con mucho dinero. ¿Para qué? Para engrosar las ganancias de estas farmacéuticas, que llegan a ganar anualmente 456 millones de dólares a cambio de enfermar jóvenes, matar niños por nacer y destruir familias. Y es por eso tan importante que nos empezamos a capacitar, sobre cuando nos hablan de derechos de salud sexual reproductiva, si son o no son derechos. O si son simplemente un pretexto para engrosar las arcas de estas organizaciones internacionales. Así que vamos a seguir, a continuar con estos programas. Les agradezco mucho su sintonía y no dejen de ver HM Televisión.

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