Al ponerse a prueba nuestra fe y vernos despojados, nuestra confianza en Dios se hace más dinámica. Las situaciones difíciles, tanto externas como internas, que exigen nuestra conversión, deberían dinamizar la adhesión a Cristo para unirnos y confiar plenamente en Él.

Un niño reconoce que carece de todo, que no tiene nada, espera en que le será dado todo aquello que necesita. En algún momento de nuestra vida es necesario convertirnos en niños, esperarlo todo del Señor. Dios necesita tu fe de niño para poder hacer milagros en ti.

Cuando analizamos cómo surge el mal en el hombre nos damos cuenta de que en los cimientos del mal está la falta de sencillez y el no confiar como un niño en Dios. El hombre que desconfía se siente amenazado, el pecado de desconfianza crea un clima de temor. El temor contra el que no luchamos es un temor del que somos culpables.

Ser pobre significa ser dependiente. En la vida de Jesús vemos tres momentos en los que su pobreza llega al colmo, cuando Él, Dios, se convierte en un ser totalmente dependiente: en Belén, en el Calvario y en el Santísimo Sacramento.

"Estaré siempre cerca de vosotros aunque permanezca escondido para el mundo ". Comentamos la renuncia del Papa, el apoyo que está recibiendo de parte de los fieles y de sus más cercanos colaboradores y las mentiras que están divulgando algunos medios de comunicación social.

El creyente no espera nada de sí mismo, ya que todo espera del Señor. “Bienaventurados los pobres de espíritu”, los que no están apegados a nada y esperan todo de Dios. Dios, al acercarse al hombre, lo debilita. Es tu debilidad la que da sitio a su poder.

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Cuando el joven no se decide, corre el riesgo de ser eternamente niño. Hablamos de cómo los jóvenes de hoy viven de una forma cómoda y sin querer responsabilidades, sin deseos de asumir su vida y responder a lo que Dios les pide como personas. El Papa Benedicto XVI dice que los jóvenes tienen que ser capaces de ver las cosas con esperanza, que son capaces de responder, de salir adelante incluso en medio de sus dificultades y de asumir responsabilidades que les harán crecer. “Dios marca la diferencia”.

"Volvamos a la oración". Esta es la frase que el Santo Padre nos ha dejado como testamento y lo que nos ha enseñado durante todo su Pontificado.

El apoyarse en Dios tiene que convertirse en abandonarse en él. “Señor, que sea como tú quieras, porque tú me amas y sabes mejor que nadie lo que me hace falta”. Abandonarse en Dios significa entregar nuestros propios planes y visiones. Amar a Dios significa recibir su amor, su celoso amor por ti, que desea protegerte de todo lo que puede ser un peligro para tu libertad y tu fe.

En este programa comentamos cómo el Papa anima a los jóvenes de hoy a confesar públicamente su fe y no negarla, a que sean valientes y no se cansen de proponer a otros jóvenes que vivan la fe intensamente, que no se enfríen ni dejen de dar testimonio de lo que creen, sino que demuestren a los demás jóvenes que Dios existe, que sí hay respuestas a sus preguntas y que aunque no lo parezca, todos los jóvenes de hoy tienen deseo de Dios, y que por eso no deben desanimarse sino ser testimonios para los demás.

"Los falsos dioses caen porque no son divinidades". Así lo dijo Benedicto XVI en Roma durante la primera congregación general del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio. Muchas veces nos hacemos ídolos de cualquier cosa y endiosamos lo que nos gusta. Estos ídolos acaban cayendo no son la verdadera divinidad. Comentamos cómo hoy en día muchas personas ponen todos sus sentidos en estos “idolillos” y cuando se dan cuenta de que no lo son todo, se derrumban y no encuentran otro sentido a su vida, llegando incluso al suicidio. El Santo Padre anima a liberarse de los falsos dioses para encontrar al verdadero Dios que da sentido a nuestras vidas.