Compartiendo a Jesucristo: Los discípulos enviados a misionar
- Sección: Meditaciones-homilías
- Categoría: Compartiendo a Jesucristo
La mies es abundante, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
La mies es abundante, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
No hay dos Jesucristos, solo hay uno. Jesucristo, que se hizo pan de vida para saciar nuestra hambre de Dios, es el mismo Jesucristo que se hizo el hambriento para saciar mi hambre de él. En este podcast de «Palabras de vida desde la misión», el P. Christopher Hartley exhorta a no dejarse coger el corazón por la riqueza y a tener presentes a los pobres, porque a ellos pertenece la Iglesia.
La vida de José está marcada por dos nombres: Jesús y María. José es también maestro de vida interior y nos puede enseñar a amarlos como él les amó.
Ayúdame, Madre, a hacer lo que Dios quiere y a querer lo que Dios hace.
"Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de Dios. El que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de Dios".
Gracias Señor, por todo lo que me has dado en este año y por todo lo que me has quitado; porque todo, todo proviene de tu inmenso Amor.
La Sagrada Familia es modelo de virtudes domésticas y de unión en el amor. Queremos encomendar nuestras familias a vosotros.
Al llegar el tiempo de su partida de este mundo, resolvió ir a Jerusalén, envió mensajeros por delante. Éstos entraron en una aldea de samaritanos para prepararle alojamiento. Pero los samaritanos no lo recibieron porque iba camino de Jerusalén.
El Niño Jesús, es el Sol que nace de lo alto, ha venido para transformarnos en hijos de la Luz, no en hijos de las tinieblas.
Para poder llevar a los demás a Cristo, lo primero que tiene que hacer un apóstol es dejarse transformar por Él. El P. Christopher Hartley, misionero en Sudán del Sur, nos asegura en este programa de «Palabras de vida desde la misión», que tenemos que reconocer en los pobres una presencia especial de Jesús y que no podemos abatirnos por las caídas, sino que nos tienen que servir para unirnos más al Señor.
No quiero avergonzarme más, no quiero ya pensar que soy poco para ti. Lo único que quieres es a mí, con mis miserias, pero con mi amor a ti.
Cuando miro mi propia vida, cuando veo el testimonio de los santos, ¿a qué me mueve: a dar más, a ser más generoso, a amar hasta el extremo? ¿Puede ser que una de las razones por las que el hombre no es feliz, es porque no da? ¿Hacia dónde está orientada mi existencia: a que me den o a darme con toda la generosidad de mi corazón? Esto y más es lo que se cuestiona el P. Christopher Hartley, en «Palabras de vida desde la misión».
«El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor.»
Tomando como base para esta meditación el evangelio de la mujer cananea, que grita a Jesús su pena para obtener su favor, el P. Christopher Hartley, en «Palabras de vida desde la misión», nos anima a tener la resolución firme y constante de orar sin desfallecer para obtener de Dios aquello que necesitamos.
Desde 10 minutos con Jesús, te queremos desear una feliz y santa Navidad.
«Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.»
Tenemos que imitar a San José, aprender de Él, porque aunque en el Evangelio no se refleja ninguna palabra suya, no hacía cosas para Dios, sino que vivía para Dios.
Él les dijo: Y vosotros ¿Quién decís que soy yo?
Pedro respondió: El Mesías de Dios.
Madre mía Inmaculada, desde hoy y para siempre, empezando ya, voy a caminar de tu mano el resto de mis días, voy a hacer todo contigo y, si es difícil, pediré que lo hagas tú por mí. No me separaré de ti jamás y si dudo, tú no me sueltes, Madre mía.
En esta reflexión de «Palabras de vida desde la misión», el P. Christopher Hartley, nos hace ver la belleza de contemplar a Jesús en oración, porque es en la oración donde el hombre y Dios se insertan en un diálogo de enamorados. La oración llena a una persona de confianza, de seguridad en Dios. Hace que una persona no tenga necesidad de apoyos humanos.
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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