D. José García Hernández

En este bloque de «El Sacerdote» entrevistamos a D. José García Hernández, sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares. Fue ordenado el 21 de mayo de 1989, a los 26 años. Para él, «un día sin Eucaristía es un día perdido». Tanto es así, que cuenta con los dedos de una mano las veces que en estos 29 años de sacerdocio no ha podido celebrar la Santa Misa, siempre a causa de impedimentos graves. En este bloque nos resume la misión de Cristo en tres palabras: sacerdote, profeta y rey. Esta misión la debe cumplir también el sacerdote siendo ese «Buen Pastor», que el pueblo de Dios necesita, hasta dar la vida por sus ovejas si es necesario.

La santidad sacerdotal

D. José García Hernández —sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares— destaca la importancia de que los sacerdotes se miren de pies a cabeza para que vean lo que son y lo que deben llegar a ser: sacerdotes santos y no mediocres. El sacerdote es un relicario de Dios y no puede perder de vista el horizonte de la santidad. Para ello necesita examinarse constantemente, ya que sus faltas no recaen solo sobre él, sino también sobre todos los fieles que Dios pone en su camino.

¿Qué es la oración?

D. José García Hernández —sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares— hace un fuerte llamamiento a la oración, algo que todo fiel cristiano necesita para que su alma pueda respirar. Una de las misiones del pastor para con sus ovejas es estar ante el Señor orando por ellas, pero también por todos aquellos que no saben orar, no quieren orar o no encuentran tiempo para orar. Es parte de su ministerio sacerdotal.

La misericordia del Padre

El sacerdote no solo es ministro del sacramento de la confesión, sino sujeto del mismo. D. José García Hernández —sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares— confiesa que, desde su ordenación sacerdotal, cada año se siente más indigno de este ministerio, más pequeño y más necesitado de la gracia de Dios. A través de este sacramento ha podido ver todas las heridas que el pecado genera y cómo Dios intercede por medio de él borrando todas las faltas y sanando al alma que desea acercarse al Señor y ponerse de nuevo en camino hacia la santidad.

Un tiempo para Dios

D. José García Hernández —de la Diócesis de Alcalá de Henares— recuerda que el sacerdote no es sacerdote solo ocho horas al día, o lo que dura su jornada «laboral», sino que lo es siempre, y por tanto, es necesario que santifique cada segundo de su tiempo para el Señor. En este aspecto, hay que destacar la importancia del rezo de la Liturgia de las Horas, a la que el sacerdote se compromete, públicamente, delante de su obispo, en la ordenación diaconal y sacerdotal. La Liturgia de las Horas está compuesta por textos inspirados y revelados por el Señor, que ayudan al sacerdote a hacer de su vida una oración continua cuyo centro sea Dios.

Madre de los sacerdotes

¿Quién es María para el sacerdote? Es una madre que educó y transmitió a Jesús todo lo que Ella conocía de su trato con el Señor. De igual forma enseña a los sacerdotes para que, ya desde el Seminario, se vaya formando en ellos el corazón sacerdotal de Cristo.
 D. José García Hernández —sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares— reconoce que «María guía mi ministerio, es la que constantemente me está presentando dónde es necesario que ayude». Tras la pérdida de su madre, al año de ser sacerdote, estableció una relación más íntima con María y le pidió que, a partir de ese momento, fuera Ella su madre sacerdotal.

Un corazón indiviso

D. José García Hernández —sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares—nos explica el verdadero significado del celibato sacerdotal, signo de entrega sin reservas a Cristo, para lo cual es necesario que el sacerdote tenga un corazón indiviso, es decir, sin divisiones, solo y exclusivamente para Dios. La misma entrega, el mismo amor que un marido pone en su mujer y en sus hijos, el sacerdote lo tiene que poner con toda la Iglesia. Y por ello, D. José García Hernández nos invita a preguntarnos: «¿Por qué al sacerdote se le pide amar tanto?».

Como si fuera la única Misa

«Un día sin Eucaristía es un día perdido». 
D. José García Hernández, en los 29 años que lleva de sacerdocio, puede contar con los dedos de una mano las veces que por algún impedimento no ha podido celebrar Misa. ¿El secreto? Asegurar la Eucaristía antes de realizar un viaje o acudir a cualquier acontecimiento. Si la Eucaristía es la fuente de la vida del cristiano, ¡cuánto más debe ser para el sacerdote el centro de su vida y ministerio! D. José es sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares.

Sacerdote, Profeta y Rey

D. José García Hernández, sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares, resume en tres palabras la misión de Cristo: sacerdote, profeta y rey. Todos los cristianos, por nuestro bautismo, somos llamados a vivir estas misiones, pero el sacerdote se distingue porque lo hace representando a Cristo cabeza, que preside a la comunidad. Por eso, debe velar sobre todo por la autenticidad del mensaje que se trasmite al pueblo de Dios.

Y tú, ¿por qué no?

«Y tú, ¿por qué no?» era la frase que se leía en la contraportada de la revista misionera «Aguiluchos» y que captó la atención de D. José García Hernández, sacerdote diocesano de Alcalá de Henares. Esas palabras le hicieron reflexionar en la posibilidad de que Dios pudiera llamarle para ser totalmente suyo. Transcurrido un tiempo de discernimiento, a la edad de 19 años, un Viernes Santo, experimentó que el Señor le decía: «Ya es tu momento. Déjalo todo y vente conmigo». Al año siguiente entró en el seminario.

Un tiempo de espera

D. José García Hernández, sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares, recibió la llamada al sacerdocio cuando tenía trece años. Se ordenó, a la edad de veintiséis años, 
el 21 de mayo de 1989, en el Seminario de Sigüenza, Guadalajara (Domingo de la Santísima Trinidad). El jueves siguiente, 25 de mayo, celebró su primera misa solemne, ya que era el Corpus Christi, en su Parroquia de San Ireneo, en Madrid. Su recuerdo de mayor intensidad fue el momento de la imposición de manos por parte del obispo sobre su cabeza, experimentando su unión con Cristo y cómo el Espíritu Santo descendía para transformarle.

Un sello indeleble

«Dios que comenzó en ti esta obra buena, Él mismo la lleve a término». D. José García Hernández, sacerdote diocesano de Alcalá de Henares, nos explica de forma detallada los diferentes momentos que trascurren durante la celebración de la liturgia de la Ordenación Sacerdotal. Destaca dentro de esta celebración la imposición de manos por parte del Obispo y la postración del ordenando mientras se rezan las letanías de los santos, signo precioso de humillación y entrega total a Cristo.

Revestidos de su divinidad

En este programa de «El sacerdote, D. José García Hernández, sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares, reflexiona sobre la figura de Cristo como Buen Pastor y sobre cómo el sacerdote debe ser para el pueblo signo del «Buen Pastor», que conoce a sus ovejas y se preocupa de las necesidades de sus almas. El sacerdote lleva a las «ovejas perdidas» sobre sus hombros para que vuelvan al camino de la verdad y, si es necesario, da la vida por ellas.

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