La teoría de la evolución
- Categoría: Un solo Señor, una sola fe
Tener las ideas claras es importante para sobrevivir en un mundo que no sigue criterios de verdad y autenticidad. ¡Aprende a vivir en la realidad!
Empápate:Los dones especiales con los que Dios había colmado a María, la hacían especialmente apta para desempeñar la misión de madre y educadora. En las circunstancias concretas de cada día, Jesús podía encontrar en ella un modelo para seguir e imitar, y un ejemplo de amor perfecto a Dios y a los hermanos.
La opción del estado virginal por parte de María no fue un acto de cerrarse a algunos de los valores del estado matrimonial, sino que constituyó una opción valiente, llevada a cabo para consagrarse totalmente al amor de Dios. En definitiva, la elección del estado virginal está motivada por la plena adhesión a Cristo. Esto es particularmente evidente en María. Aunque antes de la Anunciación no era consciente de ella, el Espíritu Santo le inspira su consagración virginal con vistas a Cristo: permanece virgen para acoger con todo su ser al Mesías Salvador.
«A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo» (Nº 270).
«El verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera. Si uno no lo descubre a Él presente en el corazón mismo de la entrega misionera, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada... no convence a nadie». (N. 266)
Nuestras presentadoras han podido participar en una experiencia realmente única e histórica: la canonización simultánea del San Juan XXIII y San Juan Pablo II. Cuentan sus experiencias en la plaza de San Pedro en Roma el día de la ceremonia y también comentan las vidas impresionantes de estos dos nuevos santos en la Iglesia.
Hoy la juventud es más reflexiva y solícita; ha visto y juzgado demasiadas cosas, y de todo ha querido formar un juicio personal. Sin duda, su madurez prematura es causa a veces de actitudes superficiales, pero en la comprobada insuficiencia de tantas ideologías y desviaciones, siente en sí el afán ardiente de algo firme y sólido, de una palabra decisiva que penetre toda la personalidad, de una orientación definitiva a la que entregarse con todas las energías del alma. En esta exigencia que brota imperiosa del fondo del ser, se presenta la figura, la palabra, la divina virtud de Cristo, Nuestro Señor (San Juan XXIII).
Abre los ojos de tu mente y los oídos de tu corazón. En este programa, en vez de tratar sobre algo que hayan dicho los últimos Papas, vamos a interpretar la vida de uno de ellos: San Juan Pablo II. Lo que le formó como un buen cristiano y le preparó para afrontar su futuro fueron los grandes sufrimientos que tuvo que vivir en su infancia su juventud. Exponemos la vida de este gran hombre con la esperanza de que nos mueva a imitar sus virtudes.
¿Por qué la Iglesia no permite a los divorciados vueltos a casar recibir los sacramentos, en concreto, los de la reconciliación y la Eucaristía? Intentamos responder y resolver dudas basándonos en la Sagrada Escritura y en varios documentos de la Iglesia.
Es preciso preguntarse cómo mejorar la preparación de los jóvenes para el matrimonio, de manera que descubran cada vez más la belleza de esta unión que, bien fundada en el amor y en la responsabilidad, es capaz de superar las pruebas, las dificultades y el egoísmo con el perdón recíproco, reparando lo que corre el riesgo de arruinarse y no cayendo en la trampa de la mentalidad del descarte. Es necesario preguntarse cómo ayudar a las familias para vivir y apreciar tanto los momentos de alegría como los de dolor y debilidad".
Considero muy importante para mi vida entera esa frase del Señor: "No os preocupéis por el mañana, cada día tiene su propio afán" (Mt. 6, 34). El afán de un día es suficiente para el hombre; más no puede soportar. Por eso, procuro concentrarme en solventar el afán del día de hoy y dejar lo demás para el mañana.
El mejor legado que se puede hacer a las generaciones futuras es la transmisión de los valores superiores del espíritu. No se trata solo de salvar algunos de ellos, sino de favorecer una educación ética y cívica que ayude a asumir nuevos valores, a reconstruir el propio carácter y el alma social, sobre la base de una educación para la libertad, la justicia social y la responsabilidad. En este camino, la Iglesia, que es "experta en humanidad", se ofrece para acompañar a los jóvenes, ayudándolos a elegir con libertad y madurez el rumbo de su propia vida, y ofreciéndoles los auxilios necesarios para abrir el corazón y el alma a la trascendencia. La apertura al misterio de lo sobrenatural les hará descubrir la bondad infinita, la belleza incomparable, la verdad suprema; en definitiva, la imagen que Dios ha querido grabar en cada hombre.
"No sé cuándo llegará (el momento de la muerte), pero al igual que todo, pongo también ese momento en las manos de la Madre de mi Maestro: "Totus tuus". En estas mismas manos maternales lo dejo todo y a todos aquellos a los que me ha unido mi vida y mi vocación. En estas manos dejo sobre todo a la Iglesia, así como a mi nación y a toda la humanidad."
"Josef Pieper, en su libro sobre el amor, muestra cómo el hombre puede aceptarse a sí mismo en la medida en que él es aceptado por algún otro. Tiene necesidad de que haya otro que le haga entender, no solamente de palabra: «Es bueno que tú existas». Sólo a partir de un «tú», el «yo» puede encontrarse a sí mismo. Sólo si es aceptado, el «yo» puede aceptarse a sí mismo. Quien no es amado, ni siquiera puede amarse a sí mismo. Este ser acogido proviene sobre todo de otra persona. Pero toda acogida humana es frágil. A fin de cuentas, tenemos necesidad de una acogida incondicional. Sólo si Dios me acoge y estoy seguro de ello, sabré definitivamente: «Es bueno que yo exista». Es bueno ser una persona humana" (Benedicto XVI).
«Sin amistad, la juventud se empobrece y se debilita. La amistad se cultiva con el propio sacrificio, para servir y amar de verdad a los amigos. Así pues, sin sacrificio no hay amistad sincera, juventud sana, país con futuro, religión auténtica. Por eso, ¡escuchad la voz de Cristo! En vuestra vida está pasando Cristo y os dice: «Seguidme». No os cerréis a su amor. No paséis de largo. Acoged su Palabra. Cada uno ha recibido de Él una llamada. Él conoce el nombre de cada uno. Dejaos guiar por Cristo en la búsqueda de lo que os puede ayudar a realizaros plenamente. Abrid las puertas de vuestro corazón y de vuestra existencia a Jesús, "el verdadero héroe, humilde y sabio, el profeta de la verdad y del amor, el compañero y el amigo de la juventud" (Mensaje del Concilio Vaticano II a los jóvenes)».
El envío del Hijo, consubstancial al Padre, como hombre «nacido de mujer», constituye el punto culminante y definitivo de la autorrevelación de Dios a la humanidad. Esta autorrevelación posee un carácter salvífico. La mujer se encuentra en el corazón mismo de este acontecimiento salvífico. La autorrevelación de Dios, que es la inescrutable unidad de la Trinidad, está contenida, en sus líneas fundamentales, en la anunciación de Nazaret (Juan Pablo II, "Mulieris Dignitatem").
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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