10 minutos con Jesús: La cueva de Benito
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Que a imitación de san Benito, nos abandonemos en las manos del Señor para que Él pueda hacer una gran obra en nosotros.
Que a imitación de san Benito, nos abandonemos en las manos del Señor para que Él pueda hacer una gran obra en nosotros.
En esta homilía de «Palabras de vida desde la misión», el P. Christopher Hartley reflexiona sobre tres cuestiones muy importantes en la vida cristiana a las que muchas veces no damos la importancia que tienen: el peligro que tenemos de escandalizar a otros con nuestras obras, la necesidad que tenemos de arrepentirnos para poder ser perdonados y caer en la cuenta de que debemos alimentar nuestra fe, que sea una fe viva.
D. Santiago Arellano —sacerdote de la «Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón»— está convencido de «la actualidad del culto al Corazón de Cristo». Nuestra sociedad sufre una plaga de soledad causada precisamente por el sumergirnos en el mundo virtual de las redes sociales. Frente a ello, la devoción al Corazón de Cristo responde más que nunca a las esperanzas y necesidades de nuestro tiempo, porque el Corazón de Cristo nos ofrece la certeza de ser amados por un amor de verdad, capaz de sanar y restaurar lo que el pecado ha roto en nosotros.
Es necesario que luchemos contra nuestra soberbia para poder ser testimonio de Cristo en medio del mundo.
Todos estamos llamados a ser en el mundo reflejo de la gloria del Padre. Este es el mensaje principal que transmite el P. Christopher Hartley en esta reflexión de «Palabras de vida desde la misión», añadiendo que el llamamiento que nos hace Dios no admite demora, y que no podemos admitir ser menos que lo que Él quiere que seamos.
Lo que se te ha dado gratis, dalo gratis.
En esta homilía de «Palabras de vida desde la misión», el P. Christopher Hartley indica que el Señor lo sabe todo, me conoce totalmente y, aun así, sigue viviendo en mi corazón; cuando yo soy consciente de esto y hago las cosas solo para Dios, se me quitan las ganas de juzgar, porque me doy cuenta de que no conozco lo más escondido del corazón del otro y sus intenciones al obrar.
Cuando llegue al Cielo, le diré al Señor: gracias por haberme dado lo que me has dado, porque yo quiero lo que Tú quieras.
Una infancia llena de viajes debido al trabajo de sus padres, hacen que el Hno. Joaquín no tenga un grupo de amigos fijo. En su adolescencia comienza a salir con un grupo de amigos mayores que él, que hará que empiece a ir a fiestas y a estar metido en el mundo de «ser popular» y tener éxito entre los jóvenes. La obsesión de dejar huella en el mundo será su meta hasta que, movido por el Espíritu Santo, se determina ir a unas misiones en Colombia y allí decide que su vida tiene que ser un darse a los demás. Desde ese momento comenzará su búsqueda de vida cristiana coherente donde se encontrará con algo que no esperaba: ser sacerdote.
D. Santiago Arellano —sacerdote de la «Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón»— explica que el Sagrado Corazón de Jesús es «La expresión del amor divino». Cristo quiere cambiar nuestro corazón de piedra por un corazón de carne. Para ello, nos invita a la imitación de su propio Corazón, que se hizo carne en el misterio de la Encarnación, máxima expresión humana del amor divino que amó hasta el extremo de dejarse traspasar por la lanza en la cruz. De este Corazón brotó la salvación para toda la humanidad.
«¿No estáis equivocados, por no entender la Escritura ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten, ni los hombres se casarán ni las mujeres serán dadas en matrimonio, serán como ángeles del cielo.»
«¿No habéis leído aquel texto de la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?».
Cristina Fernández Girón es una niña de once años. Su cariño y confianza por Nuestra Madre del Cielo nació en el seno de su propia familia, en la que es la pequeña de cuatro hermanas. Cristina conserva el recuerdo de rezar el rosario en casa siendo ella muy pequeña, antes incluso de saber recitar las oraciones. A sus once años explica que el rosario para ella «es cogerle el dedo a la Virgen».
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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