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"El sacerdote" te quiere ayudar a comprender la grandeza del ministerio que Dios ha confiado a algunos hombres que Él mismo ha elegido, para prolongar su misión en el mundo.
"El mismo Señor, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo [...], entre ellos constituyó a algunos ministros, para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres" (Presbyterorum Ordinis, nº 2).

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El P. José María Alsina siempre ha entendido su vocación como una llamada a ser misionero, a llegar a todas las almas para dar a conocer el «Amor que no es amado». Es un fuego que se mantiene encendido a lo largo de los años, aunque el Señor no le haya movido mucho de lugar. Desde el día de su ordenación, hace ya más de treinta años, el P. José María no ha dudado nunca de que él tenía que entregarse totalmente a Jesús como sacerdote, y así poder transmitir el amor de Jesús a muchas personas.

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La Eucaristía, continua unión

Gracias a la formación cristiana que recibió D. Enric Roig Vanaclocha, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia, ha tenido muy presente el sacramento de la Eucaristía desde su infancia. Experimenta que está tan dentro de él, que no puede dejar de celebrar la Santa Misa ni un solo día. Es la fuente de la vida y sería una insensatez no acudir a ella. D. Enric, para evitar por todos los medios caer en la rutina a la hora de celebrar la Eucaristía, cuida mucho su relación íntima con Jesucristo, para que, aun teniendo que celebrar varias Misas al día, cada una de ellas sea celebrada con la misma devoción, amor y entrega con que celebró su primera Misa.

El fruto de la espera

D. Enric Roig Vanaclocha, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia, esperaba con gran deseo y alegría su ordenación sacerdotal, pero lo que no podía prever era que el Señor probaría su fe antes de la llegada de este día. Cerca ya de la fecha prevista para su ordenación, comenzó la pandemia del Covid-19. Muchas actividades pastorales tuvieron que ser canceladas y otras amenazadas de llegar a ser pospuestas, entre ellas las ordenaciones sacerdotales. D. Enric vivió esta posibilidad como un gran sufrimiento. No comprendía porqué, si ansiaba darle toda su vida a Dios, tenía que esperar más tiempo para hacerlo. Pasada esta prueba, el Señor dispuso todo para que se pudiese realizar la ceremonia y este sufrimiento aumentó la fe de D. Enric y fortaleció su vocación, haciendo crecer en él la alegría y el deseo de ser solo y siempre para Dios.

Mi discernimiento vocacional

D. Enric Roig Vanaclocha, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia, al no saber con claridad qué quería el Señor para él, comenzó los estudios universitarios en la facultad de Derecho, al mismo tiempo que discernía su vocación. Este periodo, a pesar de ser un tiempo enriquecedor, ya que le ayudó a madurar y a visualizar de primera mano las necesidades más grandes de los jóvenes, en su corazón seguía resonando la pregunta que Dios puso en él: «¿Qué quiere el Señor de mí?». Esto le llevó a intensificar los ratos de oración, a acudir a la dirección espiritual y a involucrarse en las labores de la pastoral juvenil, en todo momento con una disposición abierta a lo que Dios le pudiese pedir. Finalmente descubrió que la respuesta que tanto buscaba se encontraba en lo más profundo de su alma, el deseo de una pertenencia total a Dios sin reservarse nada.

La universalidad de la Iglesia

D. Enric Roig Vanaclocha es actualmente sacerdote de la Archidiócesis de Valencia. Cuando era más joven, pensaba que «la Iglesia» era nada más que los habitantes de su lugar de nacimiento y las actividades que en ella se llevaban a cabo. Pero, después de asistir a la Jornada Mundial de la Juventud realizada en Madrid en el año 2011, esta idea cambió. La visión de esa multitud de jóvenes concentrados en Cuatro Vientos, con el deseo de ser santos y de ser la luz del mundo, suscitó en D. Enric una pregunta: «¿Qué quiere el Señor de mí?». Desde ese momento, comenzó un largo periodo de discernimiento con la disposición de entregarse total y libremente a lo que Dios le pudiera pedir.

¡Cuidado con el activismo!

Hoy, debido a la escasez de vocaciones sacerdotales, la cantidad de actividad pastoral que tienen que atender los sacerdotes es desbordante. Dentro de esta situación, el mayor riesgo que corre el sacerdote es acabar en un activismo sin descanso con la posible consecuencia de terminar olvidándose de lo más importante: Dios. Para que esto no suceda, D. Carlos Bou Aliaga, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia, ve innegociable hacer diariamente un rato de adoración ante el Santísimo Sacramento, a ser posible a primera hora de la mañana, para ver delante del Señor lo que realmente Él le está pidiendo. Haciendo esto, el sacerdote se asegura actuar siempre según la voluntad de Dios y ayudará mucho más que si se apoyara solo en sus propias fuerzas.

Ella está siempre a tu lado

D. Carlos Bou Aliaga, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia, describe en este programa dos cualidades de la Virgen María: el olvido de sí y la servicialidad. María, aunque era la Madre de Dios, vivió con sencillez y humildad, siempre pendiente de qué necesitan los demás antes incluso que Ella misma. Así lo vemos cuando va a ayudar a su prima santa Isabel, en el viaje hacia Belén, en las bodas de Caná, etc. Ella solo buscaba una cosa: hacer la voluntad de Dios en cada momento. Y D. Carlos nos recuerda que esto no es algo que solo lo tuviera que vivir la Virgen María, sino que lo tenemos que vivir todos.

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